Tener vecinos es una experiencia universal. Todos (o casi todos) tenemos que vivir cerca de otras personas, y hemos aprendido por las malas que quien tiene un buen vecino tiene un tesoro. Las historias de vecinos infernales abundan, pero afortunadamente también puede suceder que sean amigables y generosos, e incluso que terminen convirtiéndose en parte de nuestras vidas como si de un familiar se tratara.

En esta ocasión, en vez de fijarnos en las historias más truculentas, hemos preferido recopilar historias de vecinos mayores que supieron ganarse el respeto de todo su vecindario. Lo mejor de todo, es que lo hicieron recurriendo a un envidiable sentido del humor, demostrando que algunas cualidades maduran con el paso del tiempo. ¡Esperamos que te parezcan tan geniales como a nosotros!
1.
Tengo una vecina mayor que siempre me roba tomates. Por otro lado, es una persona muy dulce y da de comer a todos los gatos callejeros de la zona y los cuida cuando están enfermos. Así que éste año cultivé una tomatera entera extra para ella. Fuente.
2.
Teníamos un vecino ciego, que pasea a su perro ciego. Algunas veces, le encontrábamos perdido en nuestro patio trasero con su perro porque había bebido demasiado. ¡Pero se lo tomaba con mucho sentido del humor! Fuente.

3.
Mi tía abuela siempre tenía una mini pistola de agua en su bolso. La sacaba en todas las recepciones de bodas: apuntaba al azar a algún punto de la habitación, y luego la volvía a meter rápidamente en su bolso. Le encantaba hacerlo y, normalmente, todos le seguíamos la corriente fingiendo no saber de dónde salía el agua. Fuente.
4.
Tengo un vecino que vive cerca de la zona en la que paseo a mis perros. Cada vez que me ve, entra en su casa y cuando estoy caminando de regreso, me está esperando con comida y regalos para los perros. Cuando falleció el suyo, le encontré en la calle llorando y le di un abrazo para reconfortarle. Desde entonces ha sido encantador conmigo. No se lleva bien con su familia porque recientemente le preguntaron si estaba haciendo su testamento, así que lo modificó todo y dejó todo su dinero a una caridad que se encarga de rescatar a animales. Es un tipo genial. Fuente.
5.
Tenía un vecino que siempre saludaba a mi esposo con: «¡Oye, imbécil! Ven y échame una mano con esto, ¿vale?» «Esto» solía ser algún tipo de trabajo manual, aunque nunca algo demasiado duro. Fuente.

6.
Mi vecino anciano cuando estaba regando mis plantas solía acercarse sigilosamente por detrás de mí y me asustaba con un grito. Fuente.
7.
Había un vecino mayor cuando me mudé a mi casa actual. Cuando ya habíamos vivido allí durante más de un año, un día le vi en el patio y me acerqué para presentarme: «Soy tu vecino». El tipo me miró y respondió: «¿Desde cuándo?», y le dije que hace más de un año. Solo me miró y se rió, no tenía ni idea de que tuviera nuevos vecinos. Fuente.
8.
Cuando yo era niño teníamos un vecino genial, le llamábamos el abuelo Al. Era un anciano italiano que amaba a todos los niños del vecindario como si fueran sus propios nietos. Tenía unos árboles preciosos en su patio delantero, e hizo creer a mi hermano pequeño que eran árboles de plátano. No podían serlo porque vivíamos en un clima frío. ¡Pero el abuelo Al colgaba plátanos de plástico en los árboles para engañar a mi hermano, que por supuesto quería llevárselos! Fuente.

9.
Mi vecino del apartamento de al lado es un señor mayor que tendrá unos 70 años. Trabaja como voluntario en el banco de alimentos local todas las semanas. Como sabe que soy vegano, cuando tienen un excedente de judías o lentejas, me trae una bolsa. Nuestras terrazas están a solo unos metros de distancia, así que siempre charlamos un poco mientras desayunamos. Bert tiene algunas historias increíbles, es una maldita joya de persona y me preocupo mucho por él. Fuente.
10.
Frente a mí vive una pareja mayor. Cuando me mudé, les saludé con la mano y se acercaron a hablar conmigo. Han pasado tres años y cada vez que salgo de mi casa les saludo, ya que suelen estar sentados en unas grandes y cómodas sillas delante de la ventana. Cuando les saludo, se levantan de un salto y se asoman para devolver el saludo. Siempre me pone contento verles hacer eso, pero también me preocupa que se levanten tan rápido y se tropiecen. Fuente.
11.
Cuando era niño me castigaban haciéndome quedar de pie en el patio delantero de la casa durante un cierto período de tiempo. Tenía un vecino anciano que, cuando me veía, siempre me traía algo de comida como frutas o bocadillos. Grandes recuerdos. Fuente.

12.
Mis vecinos no son muy ancianos (aunque creo que se van a jubilar dentro de los próximos 5 a 10 años), pero también son muy dulces. De vez en cuando voy y les ayudo con algo tecnológico: la última vez, conecté la impresora a su tablet, instalé la última actualización de Windows, y cosas así. ¡Me marché con un gran Toblerone de 360 g! Fuente.
13.
Nuestra primera casa era un dúplex y en la otra mitad vivía una anciana de unos 80 años. Cada vez que nevaba, teníamos que madrugar para palear , porque si no ella sola habría despejando el camino por su cuenta. Recuerdo sentir vergüenza por estar tirado en la cama escuchando la pala, sabiendo que nos tocaba levantarnos aunque fueran las 6 de la mañana de un sábado. Descanse en paz, Virginia. Fuente.
14.
Tengo un vecino mayor que monta un karaoke en su garaje cada fin de semana. Coloca su automóvil al costado de la carretera para dejar sitio, y simplemente canta todo el día. Me encanta. Él es maravilloso. Fuente.

15.
Recientemente me cambié de casa, y echo mucho de menos a mis antiguos vecinos ancianos. Sobre todo a una pareja llamada Barb y Randy. Vivían al lado y les amaba. Barb nos traía bolsas de galletas artesanales personalizadas para cada día festivo, y era muy dulce. Cuando comenzó la pandemia, puso una mesa en su jardín delantero llena de artículos de primera necesidad con un letrero que decía: «Coge lo que necesites».
También tenía otra vecina anciana llamada Jean que adoraba a los gatos y vivía al otro lado de la calle: se hizo muy amiga de mi hermana pequeña, que tiene 10 años. La visitaba a menudo y le daba regalos relacionados con los gatos. Todavía tienen contacto. Fuente.
16.
Los vecinos ancianos son maravillosos. Tengo una vecina que me trae comida una vez a la semana porque dice que soy «muy pequeña y tengo que comer para crecer». Fuente.
17.
Un día estaba trabajando en mi garaje, soy un aficionado a la carpintería. Tengo una nueva vecina y la vi salir de su casa y saludarme. Tendrá alrededor de 60 años.
Me acerqué a ella y le pregunté si el ruido de mis máquinas le estaba molestando. Le conté que era mi hobby, y que lo hacía a menudo, pero que podía limitar el uso de las máquinas a ciertos momentos si era demasiado. Ella respondió que apenas lo notaba y que estaba bien.
Le respondí que yo no soy sensible a los ruidos fuertes de mis vecinos, así que no pasa nada si ella quiere hacer ruido en algún momento. Ella me sonrió y me dijo: «… ¿Estás seguro?» Dudé un poco al ver su reacción, sin saber en qué me acababa de meter, pero respondí: «Sí, por supuesto».
Ahora tengo que soportar los maravillosos sonidos de AC/DC, Jethro Tull, Led Zeppelin y muchos otros que no reconozco a todo volumen. ¡Quién iba a haber adivinado que mi anciana vecina era toda una rockera! Fuente.

Y tú, ¿tienes algún vecino anciano que recuerdes con especial cariño? Cuéntanoslo en los comentarios.