web analytics

19 internautas compartieron las reclamaciones más disparatadas de sus clientes

Dicen que cuando hay que trabajar de cara al público hay que ser muy amable, pero como sabe cualquiera que haya trabajado de camarero, recepcionista o asistente de tienda, no es la única cualidad que vas a tener que entrenar. Se trata de un tipo de trabajo que requiere elevadas capacidades sociales, habilidad para resolver y sortear crisis… y paciencia, ¡mucha paciencia!

Pexels

Quienes acumulan años de experiencia trabajando de cara al público saben que tratar a un cliente de manera correcta se refiere a saber mantener una conversación en el contexto en el que fluye la comunicación. Pero, ocasionalmente, aparece algún cliente que no tiene ni una pizca de sensatez. Esto último lo aprendió la tuitera @isabelzawtun cuando trabajaba en una tienda.

Como relató en un tuit, en una ocasión una mujer le pidió que la recogiera con su coche en el sitio de su cita para ponerse Botox, y la llevara después al centro comercial a comprar. A raíz de esta experiencia, muchos otros usuarios de Twitter compartieron las historias más inusuales de sus clientes. El resultado es un hilo que no tiene desperdicio, ¡esperamos que te parezca tan divertido como a nosotros!

1.

https://twitter.com/isabelzawtun/status/1223350859427471362

2.

Trabajando en una tienda de juguetes para niños, una madre vino a devolver un yo-yo alegando que estaba «roto». Examiné el juguete, no encontré nada malo, e incluso jugué con el yo-yo delante de ella. Yo estaba en plan: «No sé, parece que ahora sí funciona».

Ella ni siquiera tenía el recibo de compra. Fuente.

3.

Cuando trabajaba en un videoclub, entró una mujer preguntando si teníamos una copia de «3 dálmatas». Para aclarar, pregunté: «¿3 dálmatas?» Y ella, enojada, respondió «No sé, puede que fueran más». Fuente.

4.

Cuando trabajaba en el Parque Nacional de Yosemite, la gente me preguntaba a qué hora apagábamos las cascadas por la noche, o dónde colocábamos a los osos para que el público los viera ese día. Fuente.

Pexels

5.

Era gerente de un restaurante y un día entró un tipo y dijo que se merecía un pastel gratis porque había comprado un pastel en otro restaurante (no en el mío, ni siquiera en la misma cadena) y tenía «un pedazo de plástico» dentro. Dije: «¿Cómo?» y me dio una lista de los únicos sabores que aceptaría. Fuente.

6.

Una y otra vez, cuando trabajaba en una tienda de cómics, los padres compraban paquetes de mejora de Pokémon para sus hijos y luego me gritaban cuando no tenían el Pokémon que su hijo quería dentro. Son totalmente aleatorios y se lo tenía que explicar a todos los padres. Fuente.

7.

Una vez, cuando trabajaba en una sala de cine, una mujer me pedía más y más mantequilla en sus palomitas de maíz. Finalmente me dijo (y se quedó grabado para siempre en mi mente): «Lo siento, es que tengo SED DE MANTEQUILLA». Fuente.

Pexels

8.

Un cliente que vivía en el campo quería que el repartidor dejara su vino más cerca de su casa. El cliente se negó a decirme dónde vivía «en caso de que el conductor se enterara de que hablé contigo».

Teníamos más de 33.000 clientes. Seguro que podemos hacerlo, «Bob». Fuente.

9.

Una mujer para la que acababa de terminar de empaquetar comestibles cogió su carro y lo chocó directamente contra una pared de ventanas. Se dio la vuelta y me preguntó: «¿Por qué no hay una puerta aquí? ¿No debería haber una puerta aquí?» Fuente.

10.

Trabajé en Tailandia en un restaurante tailandés y un tipo discutió con el propietario tailandés que el curry rojo estaba mal porque no tenía el mismo aspecto que el que comía en Los Ángeles. Fuente.

Pexels

11.

Trabajo en una tienda de artículos para mascotas. Una vez, un cliente llamó para hacer un pedido. Quería un juguete para perros, pero no sabía cuál. Tuve que elegir juguetes y hacerlos sonar en el teléfono para él hasta que escuchara el «correcto». Fuente.

12.

El hijo de un cliente estaba haciendo un proyecto sobre dinosaurios. El cliente no se podía creer que no tuviéramos un solo libro con fotografías reales de dinosaurios reales. Fuente.

13.

Una mujer que gastó 1.200 dólares en pequeñas piezas de decoración de vidrio, me hizo envolver cada una individualmente en papel. Luego me hizo desenvolver cada pieza porque estaba convencida de que, entre sus compras, había envuelto su tarjeta de crédito. Finalmente su tarjeta estaba en su cartera, en su coche. Fuente.

Pexels

14.

Trabajé en un aviario con más de 60 aves exóticas. Entró un fotógrafo y me preguntó si podía hacer que todos los pájaros volaran y se sentaran en un mismo lugar para una foto grupal. Pensé que estaba bromeando y le pregunté si los quería ordenados del más bajo al más alto. Me dijo: «¡Sí, por favor!», totalmente en serio. Fuente.

15.

Cuando era joven trabajaba empaquetando comestibles. Una mujer siempre venía a la tienda y pedía una «acompañante» para ayudarla a comprar. Hacía un montón de preguntas locas sobre detalles específicos del producto. Una vez, tenía que comprar ingredientes para hacer una salsa para pasta y rechazó mis respuestas y agregó: «¡Traedme a un italiano!». Fuente.

16.

Un cliente pidió hablar con mi supervisor porque no le gustaba la ubicación de una de las columnas en la tienda. No era un mostrador, sino una verdadera parte del edificio. Le dije que mi supervisor no era el arquitecto. No conseguí encontrar a mi supervisor y finalmente se fue furioso. Fuente.

Pexels

17.

Una señora pidió exactamente cuatro cubitos de hielo en su café helado, y luego me hizo prepararle uno nuevo porque uno de los cubitos de hielo no era lo suficientemente grande. Fuente.

18.

No era exactamente un cliente, pero una vez el tipo sentado a mi lado en un avión se enteró de que soy abogado y decidió contarme con gran detalle cada cosa extraña, cuestionable y terrorífica de su vida porque «eres abogado, así que no se lo puedes decir a nadie».

Eso… no funciona así. Fuente.

Y tú, ¿alguna vez has tenido que aguantar a algún cliente de este tipo?