«No quiero tener hijos, ni ahora ni nunca».
Mucha gente cree que su objetivo en la vida es tener hijos, o experimentar la paternidad. Pero para otras personas, es más bien lo contrario. Sin embargo, la decisión de una mujer de no tener hijos es, por así decirlo, contracultural en prácticamente todos los sitios del planeta.

Hay mujeres que, durante su infancia, tienen muchas muñecas. De alguna manera, es la evidencia de que siempre han vivido con la expectativa de que, eventualmente, tendrán bebés «de verdad». Pero cada vez son más las que reconocen que, a pesar de que quizás han tardado en ser capaces de articularlo, nunca han querido activamente ser madres.
Directamente, o a través de señales sociales, a las niñas se les suele enseñar que cuando crezcan tendrán bebés. Más que juguetes, a veces las muñecas funcionan como herramientas que las ayudaban a pensar, hablar y comportarse como madres.
Para algunas personas, la decisión de no tener hijos es algo más que un desafío a las expectativas naturales: lo consideran antinatural. Esta gente afirma que, especialmente las mujeres, que supuestamente tienen la presión de un reloj biológico y un instinto maternal, deberían querer tener niños de manera instintiva. Pero esto no es cierto para muchas otras mujeres.

La insistencia, a nivel cultural e individual, de que deberían querer ser madres es frustrante para muchas mujeres. Les toca sonreír y encogerse de hombros cuando sus interlocutores se sorprenden, y les dicen cosas como «¿no quieres tener hijos? ¡Si serías una madre fabulosa!» E incluso cuando están seguras de su decisión, a veces no pueden evitar sentir un poco de vergüenza. Es normal tener la sensación que están decepcionando a la gente, a sus propias familias, o que han escogido un estilo de vida que desafía el orden natural.
También tienen la percepción de que, por el hecho de no querer tener hijos, necesitan demostrar con más ahínco su valor, especialmente como mujeres. La lógica sería algo así: si tuvieran hijos, no habría ninguna duda sobre qué es lo que están contribuyendo a la sociedad. Sin descendencia, parece que existe una mayor presión para ser más productiva, más útil a la sociedad, más próspera.

Quizás por todo esto es importante que se comportan las experiencias de las mujeres que han tomado una decisión similar. Y estos días tenemos un ejemplo perfecto: Ailín Cubelo Naval es una mujer argentina que, a sus 22 años de edad, ha decidido operarse para, de manera segura y eficaz, evitar tener hijos en el futuro, y poder cumplir con otros planes de su vida. Una medida drástica que ha sido de lo más debatida en las redes sociales.
Encontró un grupo que le ayudó a informarse.
En su búsqueda por un método seguro, Ailín se encontró con un grupo en Facebook, con más de mil 200 mujeres, en el que la orientaron e informaron sobre el derecho garantizado que la ley ampara en su país para practicar la ligadura de trompas. «Como a muchas personas el deseo de ser madre es natural, para mí era natural no serlo. Me ligué las trompas porque no quiero tener hijos, ni ahora ni nunca. Fue ahí que empecé a investigar sobre la ligadura de trompas», dijo la joven.

Sin embargo, de todas formas tuvo que pasar por dos ginecólogos diferentes que se negaron a operarla. «Le dije al ginecólogo que quería ligarme y me dijo que no, que volviera en seis, siete meses, que lo pensara mejor porque me veía muy chica. Que tener hijos está bueno, que él tenía dos. Y me pidió una especie de pericia psicológica, como una nota de mi psicóloga que afirmara que estoy en mis cabales. Eso es totalmente ilegal. Me fui llorando del consultorio», narró Ailín.
Pero terminó encontrándose con la profesional correcta, que realizó el procedimiento sin cuestionar sus motivos. La joven argentina optó por una cirugía laparoscópica en la que se le extrajeron las trompas, una técnica que asegura un menor riesgo de contraer cáncer de ovario en el futuro.

Aunque ha sido muy criticada por su decisión, también se ha encontrado con gente que la aplaudido. O, incluso, a las que les hubiera gustado hacer lo mismo que ella. «Me estoy encontrando con muchas personas que comentan «si yo hubiera tenido esa información cuando era joven, no habría tenido hijos». La maternidad no debería ser una imposición social», dijo Ailín.
«Yo no juzgo a quienes eligieron ser madres. Creo que es hora de dejar los prejuicios atrás sobre las personas que no queremos reproducirnos. No somos bichos raros, somos un montón que, el día de mañana, no nos vamos a lamentar por haber hecho con nuestra vida lo que queríamos», razonó.

Actualmente, Ailín comparte su experiencia en las redes sociales para servir como referencia a las personas que piensan como ella, y que temen ser juzgadas por tomar una decisión similar.
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